jueves, 27 de noviembre de 2008

Opus Monasticorum III

Esta semana me he sentido más universitaria que nunca. El martes vimos un concierto de cámara con programa de Beethoven y Shubert y al día siguiente acudí a un ciclo de charlas en mi facultad.
Bajo el título de: Opus monasticorum. Arquitectura, patrimonio y territorios culturales comenzaron el miércoles dos jornadas maratonianas de un ciclo de conferencias sobre el monacato. Un simposio internacional con profesores de mi facultad (con los que tengo el placer de compartir clase) y de diversas comunidades españolas, así como tres catedráticos de la universidad de Génova, Italia. Es fascinante el mundo de los monasterios, muy en especial los gallegos, cual es su germen y como van adoptando los parámetros cistercienses. Interesante han sido también las charlas correspondientes al apartado iconográfico, especialmente en los numerosos retablos (algunos en un estado deplorable) que decoran decenas de iglesias gallegas y donde trabajaron escultores hasta hoy apenas desconocidos para mi. Además de esto descubrí la interesante obra artística en Las Palmas de Gran Canaria, con numerosos monasterios caracterizados por iglesias con solo dos naves. Quizá una de las conferencias más interesante ha sido la referida a los monasterios en la Nueva España durante en s.XVI, algo especialmente singular y que desgraciadamente no se trata en la carrera. Los profesores procedientes de Genova nos ablaron de restauraciones en algunas iglesias o la disposición de algunos monasterios de la zona.
Todo esto en el Paraninfo de mi facultad, con unos frescos magníficos de Fenollera, donde se representa la alegoría de la poesía o Atenea entre otras figuras. 
No puede haber mejor entorno, en vez de perderte con la mosca de Machado puedes observar la delicadeza de las figuras de ese gran pintor gallego del s.XIX que nos dejó esa obra en el mejor sitio posible, entre las aulas del claustro inferior y la biblioteca, situada en el último piso.


jueves, 20 de noviembre de 2008

Vigée Lebrun, "Autorretrato con su hija"


He de confesar que esta carrera no deja de darme sorpresas. Yo, que antes mostraba cierto escepticismo hacia el arte clasicista y romántico, finalmente caí prendada. Sin duda la obra de David o Delacroix son muy conocidas por todos pero es cuando te adentras en los cuadros cuando descubres lo que de verdad esconden, las inquietudes políticas, sociales o los gustos del pintor. Todo esto, aliñado con un escepcional profesor dan como resultado mi reciente admiración a este mundo del que tan solo conozco un poco pero ya admiro.
No cabe duda que el Clasicismo es la época de grandes autores como David o Ingres, pero a la sombra de estos tuvieron un hueco en la Academia dos mujeres francesas: Vigée Lebrun y Labille Guiard, muy importantes en la retratística de la época.
Estas dos artistas del s. XVIII siguieron pintando a la vieja usanza, siguiendo los preceptos de la Academia e ignorando el “nuevo estilo” de David. Realizaban principalmente retratos sobre todo a la burguesía y por eso continuaban las líneas principales del Rococó tan de moda en el Antiguo Régimen.

Vigée Lebrun tras la Revolución francesa abandonó Francia para continuar su carrera retratística por otras cortes europeas. En su producción artística en Francia cabe destacar su autorretrato con su hija, pintado el mismo año de la Revolución Francesa. Se encuadra en la temática del Rococó francés, una postura academicista frente al auje del clasicismo de la época.Utiliza el tema de las madonnas, empleando así un tema religioso para resolver un tema clásico, de esta manera tambien dialoga con el espectador y transmite el amor a su hija; destacando las virtudes de la maternidad. A esto también ayudan los colores, usando el efecto llamativo del blanco y dorado en el centro pero de la misma forma están armonizados (oro-azul-blanco).