jueves, 19 de febrero de 2009

El Expolio, El Greco, 1577-79



Después de un tiempo demasiado largo sin publicar debido a los temidos examenes cuatrimestrales regreso con una obra manierista, de uno de los pintores "cuasiespañoles" más importantes de la historia del arte.
Este cuadro del artista cretense fue encargado para un retablo que iba a estar situado en la sacristía de la catedral de Toledo, pero no fue del agrado de las personas que lo encargaron. El pintor sí siguió las pautas iconográficas pero plasmándolas de forma muy distinta. El tema global de la obra son los preparativos para la crucifixión pero el Greco junta distintos momentos: en el ángulo inferior izquierdo sitúa a las tres marías conversando, y a la derecha de estas los preparativos de la cruz y en el centro se encuentra el expolio propamente dicho, con Jesús y muchas figuras a su alrededor. 
Esta forma de representacion no gustó a la iglesia ya que había cabezas por encima de la figura de Jesús y se situaba a las tres marías en un lateral (un tema no reconocido en textos oficiales). Esto le costó al pintor un pleito con la iglesia, que le obligaba a retirar lo que a la institución no le gustaba; además El Greco pidió más dinero de lo que estaban dispuesto a ofrecerle. Finalmente el litigio terminó sin que el artista tuviera que modificar el cuadro aunque cobrando una suma sensiblemente menor a la que pedía.
De una obra de arte siempre se puede extraer la sociedad en la que vivió el autor cuando la pintó, siempre me ha entusiasmado descubrir la historia a través de un cuadro o una escultura. Por eso quizá me guste tanto El Greco. Sin duda a través de sus cuadros y la historia de los mismos podemos descubrir cómo veía la sociedad de la época el oficio de pintor. Todavía se entendía como algo manual, muy ligado, cómo no, al oficio gremial que tanto cohartaba la libertad del artista. El Greco, al ser un artista foráneo, trajo las nuevas ideas renacentistas del oficio de artista, que se valoraba y entendía realmente lo que su obra valía; por eso chocó tanto en la sociedad de la época. Además no hay que olvidar el problema contrarreformista, que obligaba a seguir la ley del decoro y pintar temas exclusivamente recogidos en libros oficiales. Sin duda esto destaca con la visión mística de este autor manierista, que tiende a alargar las figuras y a crear focos lumínicos artificiales. Esta visión no era generalmente aceptada por la situación social del momento pero puede ser entendida, según el historiador Fernando Checa, a partir de la visión de algunas corrientes místicas de la religión católica de la época, representada por personajes tan conocidos como Santa Teresa de Jesús o Fray Luis de León.