Ya hace quizá demasiado tiempo que no veía mi blog, quizá caí en un periodo de apatía, de vagancia hacia internet, dejando de redescubrir este mundo tan fascinante.
En estos meses he acabado un curso en la carrera y he empezado otro, tercero, ese año bisagra en el que ya toca decidir y planificar. En este tiempo también me han pasado infinidad de cosas, desde reencuentros familiares, nuevos sentimientos, viajes sorprendentes, buenas y malas noticias...pero me he dado más de cuenta que nunca de la importancia del arte en mi vida.
Dando un vistazo a estos meses estoy convencida de que todas y cada una de las cosas importantes que me han pasado podrían vincularse con un cuadro de Monet, un edificio de Álvaro Siza o un libro de Mario Benedetti; con el arte en cualquiera de sus vertientes.
Es ahora, entrando en la veintena, cuando me percato de la importancia de la cultura en mi vida. Ya en mi primer post hablé de un pequeño libro con el que descubrí la literatura, y ahora observo que cada etapa de mi vida está marcada por un elemento cultural distinto, primero fue mi incipiente y humilde amor a la literatura, luego a la música, a la historia...y desde siempre al arte. Nunca pensé que estudiaría esta magnífica carrera pero de alguna manera estaba destinada a hacerlo, nunca olvidaré mis viajes por carretera con mis padres donde quería parar en cualquier castillo de cualquier pueblo español, o mi fascinación al ver aquellos cuadros en coleccionables dominicales que todavía conservo. Por eso ahora sé que sin el arte, sin la cultura, mi mente se quedaría vacía, obsoleta y sin recuerdo alguno.
Por eso recupero esta idea del blog que surgió ya hace algún tiempo, pero ahora de forma renovada. Intentaré expresar aquí no solo los datos más o menos históricos de una determinada obra artística, si no también los sentimientos, los recuerdos que me traen y que conforman desde que tengo uso de razón mi vida.