
Para una futura historiadora de arte 5 días en la ciudad eterna son muy pocos pero para la economia de un estudiante; aún son bastantes. Ya de regreso debo ponerme a analizar friamente todo lo que he visto y sentido estos dias. Nunca tanto silencio entre tres personas dijo tanto, solo con mirar a nuestras caras era suficiente para atisbar lo que estabamos sintiendo. Desde los mosaicos de Santa María la Mayor al Éxtasis de Santa Teresa, pasando por Augusto Prima Porta o el sarcófago de Junio Basso todo ha sido mejor de lo esperado.
En cinco dias no se puede apreciar completamente la cuna del imperio romano pero se ha intentado; aprovechando al máximo el tiempo y disfrutando lo máximo posible de todos los lugares de la capital italiana. Nunca olvidaré este viaje porque espero que haya sido el primero de algunos a Roma pero si me tengo que quedar con alguna sensación o un instante escojo lo que senti cuando me senté a media noche en la Fontana di Trevi a tomar un helado bajo unos agradabilísimos 24º de temperatura, observando la fuente y conveciendome a mi misma de que era cierto, que estaba allí y no era un sueño; y lo mejor es que creo que mis dos compañeras de viaje sentian lo mismo que yo; en ese preciso instante me pregunte: ¿ Qué mejor compañia ?