sábado, 19 de julio de 2008

Roma locuta, causa finita

Para una futura historiadora de arte 5 días en la ciudad eterna son muy pocos pero para la economia de un estudiante; aún son bastantes. Ya de regreso debo ponerme a analizar friamente todo lo que he visto y sentido estos dias. Nunca tanto silencio entre tres personas dijo tanto, solo con mirar a nuestras caras era suficiente para atisbar lo que estabamos sintiendo. Desde los mosaicos de Santa María la Mayor al Éxtasis de Santa Teresa, pasando por Augusto Prima Porta o el sarcófago de Junio Basso todo ha sido mejor de lo esperado.
En cinco dias no se puede apreciar completamente la cuna del imperio romano pero se ha intentado; aprovechando al máximo el tiempo y disfrutando lo máximo posible de todos los lugares de la capital italiana. Nunca olvidaré este viaje porque espero que haya sido el primero de algunos a Roma pero si me tengo que quedar con alguna sensación o un instante escojo lo que senti cuando me senté a media noche en la Fontana di Trevi a tomar un helado bajo unos agradabilísimos 24º de temperatura, observando la fuente y conveciendome a mi misma de que era cierto, que estaba allí y no era un sueño; y lo mejor es que creo que mis dos compañeras de viaje sentian lo mismo que yo; en ese preciso instante me pregunte:  ¿ Qué mejor compañia ?

1 comentario:

Ana dijo...

Hay ciudades que tienen una magia especial y Roma es una de ellas. Eres una privilegiada por haber podido ir tan pronto.Yo también estuve 5 días -hace solo 10 años- con María José. Quedan muchas cosas por ver, por disfrutar. Así tenemos el pretexto para el regreso. Además pienso que el arte, los paisajes y el pulso de las ciudades exigen una mirada lenta que nos permita recrearnos en todos sus matices.
No es necesario contemplarlo todo sino contemplarlo bien.
Continua con tu blog. Un abrazo
Ana